LOS CIELOS Y EL TERCER CIELO

 

El término “cielo” en el Antiguo Testamento es usualmente PLURAL (es decir, shamayim, BDB 1029, KB 1559). El término hebreo significa “altura”. El Elohím habita en las alturas.  Este concepto refleja la santidad y transcendencia divinas.

 

 

En Génesis 1:1 el PLURAL “cielos y tierra” se ha visto como Elohím creando (1) la atmósfera arriba de este planeta, o (2) una manera de referirse a toda la realidad (es decir, lo espiritual y lo físico).  De esta comprensión básica, otros textos fueron citados como refiriéndose a niveles del cielo: “los cielos de los cielos” (ver, Sal. 68:33), o “los cielos, los cielos de los cielos” (ver, Dt. 10:14; 1 R. 8:27; Neh. 9:6; Sal. 148:4).  Los rabinos llegaron a la conclusión de que podría haber:

 

 

1.  2 cielos (por ej. R. Judah, Hagigah 12b)

 

2.  3 cielos (Test. de Leví 2-3; Ascen. de Isa. 6-7; Midrash Tehillim sobre Sal. 114:1)

 

3.  5 cielos (III Baruch)

 

4.  7 cielos (R. Simonb. Lakish; Ascen. de Isa. 9:7)

 

5.  10 cielos (II Enoc 20:3b; 22:1)

 

 

Todos estos tenían el propósito de mostrar la separación de YHVH de la creación física y/o Su transcendencia.  El número más común en el judaísmo rabínico era 7.  A. Cohen  en Everyman’s Talmud [El Talmud de Cada Hombre] (pág. 30), dice que esto estaba conectado con las esferas astronómicas, pero pensamos que se refiere a que 7 es el número perfecto (por ej. los días de la creación con el 7 representando el descanso del Elohím en Gn. 2:2).

 

 

Pablo, en 2 Corintios 12:2, menciona el “3er.” cielo (del griego, ouranos) como una manera de identificar la presencia personal y majestuosa de YHVH. ¡Pablo tuvo un encuentro personal con YHVH!

 

 

¿Cómo fue “arrebatado” al “tercer cielo” y al “paraíso” el apóstol Pablo?

 

 

En II Corintios 12:2, 3, Pablo mencionó a un hombre que fue “arrebatado como tal hasta el 3er cielo”. ¿De quién se trataba? En esta epístola a la iglesia-hogar de Corinto, él enfatizó que YHVH lo utilizaba como apóstol (II Cor 11:5, 23). Entonces habló de “visiones y revelaciones [...] del Señor”. En ese contexto, no hizo referencia a otros hermanos. Por lo tanto, es lógico concluir que el hombre que recibió visiones y revelaciones era él mismo (II Cor. 12:1, 5).

 

 

De modo que el hombre que fue “arrebatado” al “3er cielo” y al “paraíso” fue Pablo. El hecho de que usara el término “revelaciones” sugiere que recibió información sobre algo que existirá en el futuro.

 

 

En algunas tradiciones se lo considera, como ya se dijo, la morada de YHVH y en otras tradiciones es el nivel más bajo del Paraiso (comúnmente uno de 7 niveles)

 

En el Tanaj (que aproximadamente se corresponde al Antiguo Testamento cristiano) se menciona el 3er cielo repitiendo el concepto de cielos. Deuteronomio 10: 14 en Biblia Textual 4ª dice: “He aquí, de YHVH tu Elohim son los cielos, y los Cielos de los cielos, la tierra y cuanto hay en ella”. 

 

 

Pablo tal vez esté haciendo suyo de este texto de Deuteronomio 10:14: “He aquí, de YHVH tu Elohim son los cielos, y los Cielos de los cielos …”. En cualquier caso, el concepto de “3er. cielo” no es ajeno a tradiciones judías relativamente cercanas en a la época del apóstol. Se trata de una percepción acuñada durante el periodo del II Templo, que es cuando se estructura la religión judía propiamente dicho, que tenían muy presentes los judíos contemporáneos de Pablo. Un concepto que estaba en conformidad con las ciencias astronómicas de entonces, distinguiendo entre el cielo atmosférico (las nubes, la lluvia y los fenómenos meteorológicos), el de los astros (el sol, la luna y las estrellas), y el superior o empírico en el que se situaba el trono y la morada de YHVH con sus ángeles.

 

 

... por mucho que se trate de un fenómeno que puede llamar nuestra atención, no fue eso lo más destacado que ocurrió en la vida de Pablo, una experiencia que el apóstol no utiliza en su tarea evangelizadora, ya que tardó nada menos que 14 años en compartirla y, aun así, de forma un tanto velada y subordinada a sus propias flaquezas.

 

En este pasaje el 3er. cielo se refiere al “paraíso”, como luego es afirmado por el apóstol en el verso 3; es decir, el lugar de la morada del Elohím.

 

 

Pero la pregunta que nos debemos hacer es ¿por qué se le llama 3er. cielo? ¿Cuáles son los otros 2 cielos? Algunos comentaristas bíblicos han propuesto que el tercer cielo es la morada de YHVH, el segundo cielo es el espacio sideral y el primer cielo son las nubes o la atmósfera de la tierra. No obstante, es necesario revisar los conceptos judíos o hebreos sobre el cielo, por ejemplo, en muchos pasajes del Antiguo Testamento se habla de “los cielos y lo más alto de los cielos” (Dt. 10:14; 1 R. 8:27; etc). Para los hebreos lo más alto de los cielos es el lugar donde mora YHVH, los ángeles y los santos; es decir, algo que está por fuera del espacio de la creación material visible para el hombre.

 

Yeshúa entró a los cielos (lo más alto de los cielos), donde se encuentra el santuario celestial (Heb. 4:14).

 

 

Ahora, es muy probable que el apóstol Pablo, al hablar del 3er. cielo, no estaba pensando específicamente en la existencia de otras dos clases de cielos, sino en el número 3 como lo perfecto, lo más alto, lo más sublime. La morada de YHVH es lo perfecto, lo completo, lo sublime.

 

 

Pablo está recordando su proceso de conversión a la fe nazareno-mesianista y las experiencias vividas, un tema de gran relevancia teológica cuyo análisis no corresponde hacer en esta ocasión.  Recordemos, eso sí, que no es la descrita a los corintios la única experiencia de esa índole contada por el apóstol de los gentiles. Conocida y suficientemente difundida en su momento es la que vivió en el camino hacia Damasco. En la que comentamos ahora, se sirve de una perífrasis (“conozco un hombre…”) de la que se desprende claramente que está refiriéndose a sí mismo, si bien tiene un recuerdo vago de si fue “en el cuerpo”  o “fuera del “cuerpo”, es decir, si se trata de una experiencia tangible o una experiencia intangible, virtual, de contenido exclusivamente espiritual que bien pudo realizarse a través de un sueño, a semejanza de cómo se produce en muy diversas ocasiones en el Antiguo Testamento cuando se dice que El Elohím transmite un mensaje especial o actúa de manera excepcional, y así lo interpretan sus receptores.

 

 

Se trata de una experiencia íntima, personal, que narra en un lenguaje aparentemente identificable para sus lectores, que en un momento determinado Pablo comparte, sin despejar ninguna de las incógnitas que plantea, sobre cuya experiencia no fundamenta ninguna doctrina o consigna a seguir. En ningún caso hay base suficiente para pensar que estamos en presencia de fenómenos paranormales.

 

 

Pablo habla el lenguaje de sus contemporáneos, como cuando hace referencia a lo que muy probablemente se trate de una enfermedad que estaba condicionando y limitando su ministerio, y la denomina como “aguijón en mi carne” atribuyéndola a “un ángel de Satanás” (12:6), ya que era algo corriente entre los judíos atribuir las enfermedades directamente al demonio sin entrar en mayores explicaciones al respecto (cf. Lc. 13:16, Job 2:6).

 

 

En resumen, Pablo comparte experiencias de tipo espiritual en términos intimistas en los que muestra su fragilidad física, por una parte y su fortaleza espiritual que justifica en experiencias vividas por él mismo, por otra, sin que eso forme parte del meollo de su predicación como lo demuestra el hecho de que no sea un tema recurrente en sus escritos.

 

 

c

 

 

Comentarios: 0