EL TEMPLO SALOMÓNICO
y los Templarios
08-02-2024
El Templo de Salomón, también conocido como el Primer Templo, según la narración bíblica, fue un templo de Yerushaláyim (Beit בֵּית Ha-Miqdash הַמִּקְדָּשׁ) construido bajo el reinado de Salomón y terminado en el año 957 a. C. El Templo fue saqueado y luego destruido en el 586/587 a. C. a manos del rey babilónico Nabucodonosor II, quien también deportó a los judíos a Bavel. La destrucción del templo y la deportación babilónica se consideraron cumplimientos de la profecía bíblica y reforzaron las creencias religiosas judaicas.
La Biblia hebrea (Tanaj) describe cómo el padre de Salomón, David, el gran rey guerrero que unió a las tribus israelitas, capturó Jebus o Yerushaláyim e introdujo en la ciudad el cofre sagrado símbolo central de la Presencia de YHVH entre los israelitas, conocido como el Arca de la Alianza. David eligió el monte Moriah en Jebus como lugar para un futuro templo que albergara el Arca, hoy conocido como el Monte del Templo o Haram al-Sharif. Sin embargo, El Eterno no le permitió construir el Templo, pues había «derramado mucha sangre». En su lugar, su hijo Salomón, conocido por ser un ambicioso constructor de obras públicas, lo edificó. Colocó el Arca en el Sanctasanctórum, la sala más interior sin ventanas y la zona más sagrada del Templo. En el Sanctasanctórum descansaba la presencia de YHVH con la misteriosa luz Shekinah encima de la tapa del Arca. Solo el sumo sacerdote podía entrar en la sala, una vez al año en el Día de la Expiación (Yom Kippurím), llevando la sangre de un cordero sacrificado y quemando incienso.
Según la Biblia Hebrea, el Templo no únicamente servía como edificio religioso, sino también como lugar de reunión y oración para los israelitas y prosélitos judíos. A los judíos que habían sido deportados tras la conquista de Babilonia se les permitió finalmente regresar y reconstruir su templo, conocido como el 2º Templo. Pero el edificio ya no albergaba el Arca, pues había sido ocultada.
El Templo era una obra celestial ya que no fue ningún humano quien lo planeó sino que El Gran Arquitecto del Universo YHVH le proporcionó al rey David todas las medidas que debería tener ese Templo. Ningún hombre de su estirpe estaba en condiciones de convertir esas medidas en piedra viva y darles la forma necesaria. Para poder edificar esta obra, Shelomoh (Salomón) tuvo que pedir ayuda a su amigo Jiram, el rey de Tiro, quien le facilitó los servicios de un arquitecto conocido con el nombre de Jiram Abiff, el hijo de la viuda. Jiram Abiff era un representante del linaje camita, es decir, un hombre hábil en el arte de las construcciones y en el dominio de la piedra. Por primera vez, Jevel-Shelomoh y Caín-Jiram iban a colaborar en la realización de una obra.
Los descendientes de Abel construyeron poco, desde el punto de vista tecnológico, las ciudades que fueron levantadas durante su reinado las erigían los arquitectos camitas, descendientes de Cam uno de los 3 hijos de Nóaj, en el cual se encontraba viva la tendencia cainita aunque subordinada a los Jevel-Nóaj, que eran quienes dominaban.
Los Jevel-Nóaj eran religiosos por naturaleza; pero su religiosidad era pasiva, sin contribuir a que progresase la obra del mundo a través de la acción, sino más bien por medio de la contemplación.
Ellos sabían que existía una raza de creadores y buscaban, invocándolos, que les dictaran sus líneas de actuación. Si las voces de los dioses les ordenaban que cogieran a su primogénito y lo sacrificaran, ellos lo hacían, sin discusión, sin oponer a esa «voz» un criterio propio. Sin embargo, el objetivo principal de la creación era conseguir que el ser humano se formara con su propio criterio. La virtud de la obediencia es propia de la etapa infantil y, por sí sola, es difícil que conduzca a la madurez.
Durante un largo período El Shaddai (El Todopoderoso) se comunicaba con Sus siervos en el desierto. Más tarde se construyó el Tabernáculo, la morada de la divinidad, emplazado también en el desierto. Allí se encerraban los sacerdotes en fechas determinadas con el fin de recibir las órdenes del Creador YHVH.
El «desierto», en el lenguaje simbólico, significa la parte de la psique que permanece sin colonizar todavía por la conciencia. Es por excelencia el dominio del inconsciente, de aquello a lo cual el ser humano tiene todavía barrado el acceso. Era preciso que esa comunicación con la trascendencia «en el desierto» tuviera lugar «en el templo», es decir, en el propio interior del edificio psíquico humano y que de esta forma fuera realizada a conciencia, lo cual permitiría al ser humano avanzar mucho más deprisa, al poder tomar las riendas de su crecimiento espiritual.
Con tal fin YHVH concibió el plan de levantar la obra arquitectónica del Templo de Salomón. Salomón era el más insigne representante de la tendencia Jevel (Abel)-Nóaj (Noé); hombre hábil en todos los exorcismos del agua (que representa en el ámbito simbólico los sentimientos, las emociones), conocía con una perfección nunca igualada el nombre, el género y el poder de todas las fuerzas de la naturaleza. Se creía que el famoso sello de Salomón tenía la virtud de captar las fuerzas de la naturaleza que circulan en un instante preciso. Se cree que Salomón era no solo un rey poderoso sino un auténtico conocedor de secretos divinos y su poder psíquico era inigualable. Nadie mejor que él para que el Creador le confiara una tarea tan colosal y llena de tecnología celestial aplicada a la construcción.
Y fue así como YHVH le encargó mediante su padre David, que edificara un Templo en el que el Tabernáculo sería instalado de una manera permanente. En ese Templo el ser humano podría dialogar a todas horas con el Creador. Dicho de otro modo, esa comunicación con un Elohím exterior se convertiría en comunicación con un Elohím interior, ya que ese Templo es la imagen de nuestro propio cuerpo o edificio espiritual, que cada uno de nosotros debe levantar y en el cual la fuerza divina interiorizada se expresa de una manera dinámica mediante el Espíritu Santo, para acabar convirtiéndonos en seres en comunión con El Eterno. Pero el rey sabio, que conocía todos los secretos celestes revelados, que manejaba con destreza los elementos, ignoraba por mucho el arte de construir, necesita la ayuda de su amigo Jiram.
La Biblia nos cuenta cómo, para dar forma a esta obra colosal, Jiram reunió materiales que provenían de los más lejanos países de la tierra. Cada región, cada pueblo, tenía algo que le era propio en ese templo. Es decir, todas las partículas que forman parte de nuestra individualidad, todas las tendencias que conforman la personalidad (las que representan el amor, el perdón, la superación, el empuje...) deben aportar algo a esa edificación, que es la obra magna del ser humano: el edificio que ha de alojar su trascendencia.
Jiram de Tiro reunió bajo su obediencia a una legión de maestros constructores, al mando de toda una armada de compañeros y aprendices, edificando la obra con tal arte que el Templo se iba construyendo sin ruido de martillos, indicando con ello que ese templo psíquico interior debe ser levantado en un ambiente de silencio y meditación, sin el ruido que pueden representar las críticas, los prejuicios, la incomprensión exterior, razón por la cual la obra de los francmasones es discreta y sus miembros prometen guardar silencio sobre los trabajos realizados. La obra de Jiram adquirió tal renombre en toda la tierra que soberanos de otros reinos acudían desde muy lejos para visitarla.
Fue así como apareció Balkis, la reina de Saba. Cuentan las leyendas que Salomón tenía proyectado su unión conyugal con la reina de Saba, la más bella criatura que existía en el mundo, y la recibió con ricos presentes, asombrándola con la sabiduría divina en la que era un consumado maestro. La reina estaba rendida de admiración, pero antes de dar su «si» definitivo quiso que Salomón le enseñara el templo que se estaba edificando a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo YHVH.
El rey, tras oponer toda la resistencia que pudo, la llevó allí, pero la reina sólo pudo contemplar una edificación en obras y sin los obreros. Balkis quiso ver a los peones a pie de obra y le pidió al rey que los llamara al trabajo. Sin embargo, por más que Salomón se esforzó, dando palmadas y voces, tratando de reactivar el trabajo, ningún obrero acudió al Templo, que siguió en el más absoluto silencio. La reina quedó decepcionada al ver que, a pesar de todos sus poderes y riqueza, Salomón era incapaz de mandar a los obreros al trabajo y pensó que existía alguien más poderoso que él, que tenía la potestad de llamarlos a la obra. Balkis quiso conocer a Jiram Abiff.
A regañadientes, Salomón se lo presentó y tan pronto como conoció a Jiram se dice que la reina quedó fascinada. El arquitecto le explicó la función de cada elemento del templo y cómo las piedras encajaban de forma justa y perfecta; a una palabra suya, y a un signo, acudieron las legiones de obreros que se pusieron a trabajar sin ruido de martillos. Al contemplar la maravilla, a reina de Saba se embelesaba de Jiram y se dice que rompió su compromiso con Salomón.
La reina de Saba representa el alma de la humanidad dividida entre 2 tendencias, la creadora de Caín y la contempladora de Abel (Jevel). Si esa alma se hubiera casado con Salomón, hubiera expresado la renuncia y el rechazo de la tendencia creadora, desembocando, a corto o largo plazo, en una nueva catástrofe. Pero ante la belleza de la obra, el alma de la humanidad quiso quedarse libre de compromiso, y hubiera acabado ungida al arquitecto de haber escapado éste a la traición de los compañeros, que contaron con el beneplácito del celoso Salomón.
Como ya dijimos al comienzo, después que los babilonios al mando de Nabudonosor destruyeron el Templo Salomónico en el año 586 a.C. se volvió a reedificar después de 70 años pero no ya con el explendor originar que lo caracterizaba, surgieron muchas remodelaciones y la más notable es la emprendida por Herodes el Grande en los tiempos pre-mesiánicos. Después, tras la última destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas del general romano Tito Vespasiano (70 d.C) y el aplastamiento definitivo de la resistencia judía, la explanada del Templo quedó finalmente abandonada. Resulta sin embargo muy curiosos ver el proceso seguido por los cristianos templarios respecto a la localización y veneración de los Santos lugares mencionados en las Santas Escrituras; mientras Yerushaláyim fue una ciudad cristiana sólo unos pocos puntos urbanos fueron objetos de atención especial. Después de la conquista persa (614d.C) y posterior caída en manos del Islam (638 d.C), se inicia la búsqueda frenética de lugares que atraigan al peregrino y anclen los recuerdos colectivos a puntos determinados del espacio físico.
Es entonces cuando la explanada del Templo y sus edificios empiezan a ser mirados como reliquias que el cristiano apreciaba en el doble papel de “recordatorios” y “santuarios”. El proceso es lento y por lo que se puede deducir de los textos que escriben los peregrinos, el templo de Salomón o el Templum Domini comienzan a ser identificados y venerados después de la construcción de la Cúpula de la Roca. La cúpula de la Roca fue levantada en el año 72 de la Hégira (691-92 d. C.)
Su forma y las circunstancias así como las circunstancias que determinaron la aparición de este edificio han dado lugar a un amplio campo de trabajos de interés relativo para el tema que nos ocupa. A menudo se suele señalar la forma extraña de la mezquita: Un gran edificio octogonal con doble deambulatorio interior, cuya parte central está cubierta con una cúpula aupada en un tambor circular. Más que una mezquita es un monumento de peregrinación venerado, gigantesco relicario que encierra a LA ROCA, extraño monolito cargado de resonancias y connotaciones para las 3 principales religiones monoteístas.
Sólo a través del antiguo personaje de Avrahan podía haber adaptado el antiguo simbolismo de la Roca a la nueva fe, puesto que en ningún símbolo estrictamente musulmán parece haber estado relacionado con ella en una fecha tan temprana. Pero sea cual fuere la motivación concreta que llevó a la construcción de la cúpula, es cosa cierta que los judíos ya habían identificado la Roca como el lugar donde se apoyó el Arca de la Alianza, donde Yaaqov tuvo la visión de la escalera celestial y Avrahan estuvo a punto de sacrificar a Yitsjaq (Isaac).
La Cristiandad añadió además numerosos “recuerdos” de la vida y pasión del Mesías y de la Virgen: Presentación en el Templo, circuncisión, disputa con los doctores, expulsión de os mercaderes, sitio desde el que predicaba al pueblo, la puerta dorada a por al que entra triunfante el Domingo de Ramos etc. Tras la toma de Jerusalén por los cruzados (1099), una distinción empieza a establecerse entre el “Templum domini” (cúpula de la Roca) y el “Templum Salomonis” (Mezquita de El-Aqsa).
Por supuesto que los dos edificios son desde ahora de la cristiandad; el 1º está regentado por canónigos regulares agustinos y el 2º sirve como iglesia particular a los Caballeros del Temple que reciben este nombre precisamente por haberse instalado en el solar del edificio salomónico.
La precisión del que el “Templum Domini” de los cruzados fue hecho por el propio Salomón (los evangelios Apócrifos no dudan en situar ciertos episodios en la vida del Mesías en el Templo de éste), más la localización en el interior del mismo de todos los objetos y lugares vinculados al antiguo Templo nos obliga a pensar que tradiciones distintas y funciones contemporáneas se superponían.
El restablecimiento de los Templarios en El-Aqsa, pero la forma rectangular de la mezquita favorecían la denominación Templum Salomonis. Por otra parte la perfección de la Cúpula de la Roca, su posición como iglesia octogonal en el centro de la explanada, unida a la veneración de judíos y musulmanes, hacían difícil el que no se localizasen allí los acontecimientos más importantes de la historia sagrada. Así en los siglos XII y XIII va a cristalizar una curiosa división funciones para cada uno de los templos.
En el octogonal con cúpula, se situaban además de los sucesos y objetos ya mencionados, los episodios de la vida del Mesías Yeshúa: discusión con los doctores, expulsión de los mercaderes y, especialmente la circuncisión. En el otro templo tendieron a localizarse pasajes vinculados a la Virgen María.
A pesar de que la identificación del Templo de Salomón con la Cúpula de la Roca no estaba, como vemos, totalmente clara en el siglo XII, una serie de factores iban a reforzarla a lo largo de los siglos siguientes. Está por una parte su función como símbolo de la nueva iglesia fundada por Yeshúa, claramente expresada en las inscripciones puestas por los cruzados (entre otros letreros Guyanés Wirziburgensis nos transmite, hacia 1165, el siguiente: “Bene fundata est domus Domini supra firmam petram”).
Era lógico que esa iglesia se asentara sobre la antigua que usase “el mismo edificio”. Por otra parte, ya lo hemos mencionado, la fascinación de tal construcción en una plaza gigantesca, pavimentada de mármol, no debió ser escasa. Nada parecido podía entonces comparársele en Europa (En T. Tobler, Descriptiones… Op. Ciit pp 207 y 208. La imagen de un edificio centralizado en una plaza despejada, que tanto parece haber obsesionado a los artistas del Renacimiento, debe haber tenido su origen en los recuerdos vagos y en las descripciones de Yerushaláyim.
La influencia del Templo se plantea de modo más claro con las iglesias centralizadas atribuidas a los Templarios. Como es sabido la orden fundada en 1118 por Hugues de Payens fe al principia aloja en el palacio del Rey Balduino II (la antigua mezquita de El-Aqsa).durante 9 años se mantuvieron en una lenta gestión hasta que en Febrero de 1128, su regla fue aprobada en Troyes. Una expansión prodigiosa permitió a la orden multiplicar sus fundaciones no sólo en oriente sino en los países occidental es: Los gobernantes de Yerushaláyim trasladan su residencia a la Torre de David y los templarios se convierten asi en propietarios de este “Templum Salomonis” que les habría dado nombre. No conviene sin embargo perder de vista que el Templum Domini siguió siendo regentado por los canónigos agustinos; esto parece reforzar la tesis de Lambert para quien el problema se reduce a los siguientes puntos:
1.- Muchas iglesias centralizadas atribuidas a los templarios no habrían pertenecido nunca a esta orden (algunas tienen carácter funerario.
2.- La mayor parte de las iglesias pertenecientes a los templarios no son centralizadas.
3.- En las iglesias centralizadas pertenecientes a los templarios no habría ninguna influencia de la Cúpula de la Roca; se trataría entonces de imitaciones de otros edificios occidentales o de casos muy particulares como el de Segovia o Tomar.
Pero el “positivismo” de Lambert pasa por alto algunos datos de interés. Sabemos por un lado, que el gran maestre de la orden del Temple Achard d’Arrouaise contó en un poema latino los acontecimientos maravillosos vinculados a la Casa del Señor así como su aspecto con ricos mármoles y mosaicos…
En 1142 la iglesia tuvo su consagración solemne como con participación del legado Alberio, el Obispo de Ostia, de los “Católicos de Armenia” y de otros numerosos prelados de oriente y occidente. La Cúpula de la Roca podía figurar con todos los honores en el escudo de los Reyes de Jerusalén junto al Santo Sepulcro y la Torre de David. También era lógico que los Templarios adoptaran este edificio como símbolo de su orden.
Su proximidad a él estaba además reforzada por una serie de simbolismos de inequívoca tradición con el Templo-Cúpula de la Roca. La tienda del Gran Maestre era redonda y evocaba al Tabernáculo y al “Templum Domini”. En el famoso “Bucéfalo” o estandarte de los Templarios se podía leer “Non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da Gloriam”. Parece que estos caballeros tenían devoción especial por el evangelio de Juan, y sería precisamente su deseo de realizar en la tierra la Jerusalén Celestial lo que les habría llevado a usar simbólicamente el Templo de Salomón.
Los Templarios serían defensores y servidores del Templo visible (y del Santo Sepulcro; recuérdese la “proximidad” entre ambos edificios) en tanto en cuanto éste era una prefiguración del Templo místico o ideal. En este contexto creemos que puede ser, muy conveniente el reexamen de algunas iglesias centralizadas que, con una aceptable verosimilitud, se pueden vincular a la orden de los Templarios. Quizás la clasificación de ciertos ejemplos significativos permita una relectura del problema en su totalidad.
La iglesia de París es sin duda la más importante de los Templarios en Occidente. Y aunque fue destruida en 1811 es, bien conocida gracias a descripciones, dibujos y planos. El núcleo primitivo, antes de los añadidos longitudinalmente del coro y de los pies, era una rotonda construida hacia mediados del siglo XII. Medía 20 metros de diámetro aprox. Lo cual es bastante para una iglesia centralizada. La disposición interior constaba de un anillo de 6 pilares que creaba un espacio central, cubierto con cúpula, y un deambulatorio. Este tenía rudimentarias nervaduras que formaban en la planta triángulos equiláteros e isósceles, de modo tal que cada tramo “libre” interior recibía un contrafuerte central al exterior. Viollet.le-Duc afirma que el trazado se había obtenido mediante superposición invertida de 2 triángulos equiláteros. Este era el Sello de Salomón y David, alusión directa al Templo que tan especial significación tenía para los templarios. Su forma circular, con posteriores añadidos longitudinales, recuerda más al Santo Sepulcro, pero las evocaciones simbólicas están más próximas a los significados de la Cúpula de la Roca.
Con la Iglesia del Temple de Londres nos encontramos ante un problema muy similar. Es evidente su parecido con la de París y no es aventurado suponer una influencia directa. La rotonda fue consagrada en 1185 y es, por tanto, posterior al supuesto modelo francés. Lambert señala también que el “old temple” era al parecer de planta circular. La abundancia de estructuras similares en Inglaterra le lleva a aventurar la existencia de una tradición local que sería anterior a la introducción en ese país de la orden de los templarios. Esto sin embargo no soluciona el problema. Faltaría entonces saber por qué los templarios adoptan esta “tradición” en iglesias de importancia como Londres o París. También habría que explicar el origen último de esas tendencias a la construcción de iglesias centralizadas. Nada impide pensar en una influencia jerosolitana anterior a la llegada de los templarios a Europa; ésta podía haberse reforzado y cargado con nuevas connotaciones (especialmente la salomónica) cuando los caballeros del Temple se instalan en los países occidentales.
Fuente: Templaris
Finalmente este estudio no quedaría completo sin tener en cuenta la visitación celeste al Domo de la Roca en Jerusalén el 28-01-2011 por parte de entidades no humanas que incluimos en el reporte del video que se expone seguidamente:
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