ORAD POR LA PAZ DE JERUSALEN
14-10-2024
Tema sugerido por nuestra hermana Angelica L.
Pedid por la paz de Jerusalén; Sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, Y el descanso dentro de tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros Diré yo: La paz sea contigo. Salmos 122:6-8 RVR1960
¿Qué por qué debemos orar por la paz de Jerusalén?
Orar por la paz de Jerusalén es lo más apropiado para una ciudad cuyo nombre significa literalmente "pacífica" y que es la morada del Dios de la paz. La frase "la paz sea con Israel" también se
encuentra al final de los salmos 125:5 y 128:6, indicando que era una bendición de despedida común.
Además, Jerusalén será el escenario del regreso del Mesías (Hechos 1:11; Zacarías 14:4), y en ese momento
Él establecerá una paz permanente en sus muros. Todos los creyentes y de un modo especial quienes somos cátaros o puros en la kehilah-hogar
nazarena del Amor deberíamos esperar ansiosamente Su regreso y orar por el momento en que el Príncipe de la Paz reine en Jerusalén.
Yehoshúa (Yahoshúa/Jesús) también dijo que deberíamos ser pacificadores, lo cual incluiría orar por la paz. "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo
5:9).
Y se nos manda hacer todo lo posible para vivir en paz con los demás. "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18).
Así pues, Dios quiere que busquemos la paz con todas las personas, y eso implica orar por la paz en Jerusalén, sobre todo por el lugar especial que ocupa en Su corazón.
Orar por la paz en Jerusalén, sobre todo por el lugar especial que ocupa en Su corazón. El corazón no se toca, por el amor de Dios.
Una vez que tenemos esto claro, conviene no obstante hacer un recordatorio sobre la historia del Israel de la actualidad. Con el recrudecimiento de la guerra en Israel a consecuencia de las matanzas a cientos de ciudadanos israelíes hace ya un año, las cuentas de las redes sociales de todo el espectro cristiano estallaron con citas del Salmo 122:8, que ordena: «¡Orad por la paz de Jerusalén!». Esta afirmación plantea algunas cuestiones importantes de ¿por qué oramos por la paz de Jerusalén?
Queremos responder a esas preguntas tratando:
1) Lo que está sucediendo en Israel,
2) Lo que significa, y
3) Cómo debemos pensar al respecto como seguidores de Yeshúa haMashiaj.
¿Qué está sucediendo?
Entender cómo pensar requiere una comprensión básica de la historia moderna del Estado de Israel.
El 14 de mayo de 1948 se formó el moderno Estado de Israel. El pueblo judío –recién salido del horror del holocausto– comenzó a regresar a la tierra de sus antepasados después de un exilio multimilenario. Si bien este regreso es ciertamente evidencia de la providencia soberana de Dios, no es el cumplimiento directo de ninguna profecía bíblica en particular. Ahora, en la bondad de Dios, puede optar por utilizar el estado moderno de Israel en sus planes finales para la historia humana, pero no está obligado a hacerlo (Dan. 4:35). Sus promesas son para el pueblo judío, no para el país moderno de Israel (Sal. 105).
YHVH, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, habiéndose comprometido por Su mismo Nombre, cumplirá todas sus promesas al pueblo judío, tanto judíos israelíes como no israelíes (Gén. 22:16). A través de qué entidades políticas específicas pretende hacer esto es, hasta el momento, un gran desconocimiento para nosotros.
Tras el establecimiento del Israel moderno, los antiguos habitantes de la tierra (lo que hasta entonces se conocía como el Protectorado Británico de Palestina) fueron en gran medida desplazados durante las turbulentas décadas que siguieron. Desde entonces (y aquí es donde nos saltamos bastante) los pueblos palestino y judío han sido en gran medida segregados en varias áreas territoriales dentro de las fronteras del Israel nacional.
Una de esas áreas (establecida bajo control israelí a raíz de la Guerra de los 6 Días en 1967) es la Franja de Gaza, un territorio aproximadamente del tamaño de Omaha, en Nebraska (EUA), pero que alberga a 2,2 millones de residentes palestinos. Si se contara como país (que no lo es), sería el 3er. país más densamente poblado del mundo.
· En 2005, las Fuerzas de Defensa de Israel entregaron el gobierno de la Franja de Gaza al pueblo palestino. Poco después (en 2006), un grupo radical conocido como Hamás tomó el control de Gaza. Hamás es una organización terrorista que:
· Está financiado principalmente por Irán (lo que explica muchas de las posibles repercusiones internacionales de este conflicto)
· Está dedicado al extremismo islámico radical (lo que explica muchas de las tácticas similares a ISIS)
· Se dedica a la destrucción de Israel (lo que crea una situación imposible dado que están ubicados DENTRO de Israel)
En los 17 años transcurridos desde que comenzó su gobierno, esta organización ha dirigido un régimen gubernamental corrupto que se ha aprovechado del pueblo palestino ha adoctrinado a niños y niñas que sirven para sus intereses perversos e incluso los ha usado como escudos humanos en sus habituales provocaciones de violencia y caos dentro del pueblo israelí.
Con esos antecedentes en mente, esta organización terrorista (Hamás) es el grupo responsable de iniciar los recientes ataques. En respuesta, el Estado de Israel ahora busca, con razón, defenderse mediante la destrucción total de esta organización y arrebatar el control gubernamental de las manos de los extremistas. Esta acción (aunque claramente necesaria para la seguridad de Israel) traerá obviamente grandes y trágicos daños colaterales entre la población palestina local en la que se ha incrustado Hamás. Esta será una tragedia que se suma a las atrocidades que ya le han ocurrido a la población israelí.
Entonces… ahora que entendemos lo que está sucediendo, debemos responder a las preguntas que muchos se hacen: “¿Es este el principio del fin y debo hacer mi maleta para el rapto ahora o más tarde?”
¿Qué significa esto?
Es importante declarar desde el principio que no hay eventos precursores profetizados que nos permitan “cronometrar” el comienzo del fin. El próximo evento en el calendario profético de Dios es la liberación de la kehilah de creyentes mesianistas (1 Tesalonicenses 4:16-17). Esto es lo que se conoce por algunos como una creencia en la “Liberación antes del Armagedón.” Este evento, profetizado en el Nuevo Testamento (Brit haDashah), es un acontecimiento que podría ocurrir en cualquier momento, y no depende de ningún conjunto particular de circunstancias geopolíticas (I Cor. 15:51-52). Por eso hablamos del rapto como algo “inminente.” Puede ocurrir en cualquier momento.
Esta es la razón por la que los creyentes siempre han tenido un ojo puesto en esta vida y el otro en el cielo. Estamos llamados a ser personas que anhelan ansiosamente y buscan activamente el regreso de Yeshúa (Fil. 3:20-21 ; I Cor. 1:7 ; Tito 2:13 ; I Tes. 1:10 ).
Entonces, ¿es esta “guerra y rumor de guerra” una señal de que estamos en el Fin de los Tiempos? Bíblicamente hablando, Yeshúa fue muy claro con sus discípulos en Mateo 24:5 que habría “guerras y rumores de guerras…en varios lugares.” Y muchos podrían decir: “¡Vean, esta es precisamente la prueba que necesitamos para especular que el fin de los tiempos está sobre nosotros!”
Pero Yeshúa continuó diciendo: “Mirad que no os alarméis, porque es necesario que esto suceda, pero aún no es el fin… todo esto no es más que el comienzo de los dolores de parto.” Lo que Yeshúa quiere decir con este texto es que, durante los últimos días del sistema satánico del mundo y su 2ª venida, la historia de la humanidad estará marcada por guerras internacionales, la devastación y la muerte constantes. Y, de hecho, en los veinte siglos transcurridos desde el primer advenimiento de Nuestro Señor, ésta ha sido nuestra experiencia humana compartida. Esta nueva guerra, que se suma a la de Ucrania y a todas las demás, es como todos los conflictos que la han precedido y como los que probablemente la seguirán (salvo el regreso inmediato de Yeshúa). Es una prueba de la locura caída de la humanidad y de nuestra necesidad de que el Príncipe de Paz regrese y traiga justicia (Is. 9:6-7).
A cada paso, al leer las noticias, debería recordársele la gran enfermedad que ha producido nuestra condición caída (Rom. 8:19-22; 2 Cor. 5:2). Las grandes maldades perpetradas por Hamás y su amiga Hezbollah son evidencia de que la humanidad está irremediablemente perdida.
Debemos entender que Tanto Hamás como su otra organización Hezbolá (“Partido de Dios”) son organizaciones terroristas islamistas, esta última con sede en Líbano, leal a la República Islámica de Irán, que la financia y arma. Hezbolá está
designada como entidad terrorista por 22 países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Alemania, Países Bajos, Colombia y Argentina. La Unión Europea, la Liga Árabe y el Consejo de
Cooperación del Golfo también han declarado grupo terrorista al brazo militar de Hezbolá.
El propósito de la existencia de Hezbolá es plantear en nombre de Teherán una constante amenaza existencial a Israel. De hecho, en sus estatutos al igual que Hamás, está la eliminación completa del Estado de Israel.
Con el apoyo financiero y militar del régimen iraní, Hezbolá ha desestabilizado y remodelado la sociedad libanesa en su búsqueda de este singular objetivo. La
frontera norte de Israel fue antaño su frontera más tranquila y pacífica, pero se convirtió en zona de guerra primero con la llegada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y
después con la creación de esta organización Hezbolá.
La muerte de miles y miles de civiles inocentes que necesariamente resultará del asedio e invasión urbana en un esfuerzo por acabar con todo vestigio de estas organizaciones terroristas, es un recordatorio de que NECESITAMOS UN GOBERNANTE DE QUIEN SE PUEDA DECIR: “JUSTICIA Y JUICIO SON EL CIMIENTO DE TU TRONO; MISERICORDIA Y VERDAD VAN DELANTE DE TU ROSTRO.” (Sal. 89:14 ). Mientras tanto, sólo gracias al gran amor del Señor no somos consumidos del todo. Debemos recordar siempre, incluso ante el mal, que sus misericordias nunca fallan. Son nuevas cada mañana, ¡grande es su fidelidad! (Lam. 3:22-23).
Escatológicamente hablando, no podemos saber si los acontecimientos actuales en Israel son o no el principio del fin. Si sabemos que "asta el fin habrá guerra" y SÍ podemos saber, y este fue el punto de Yeshúa: los eventos que suceden hoy en Israel son un recordatorio de que que ese fin anunciado se acerca. Y es hacia ese final que debemos mirar y vivir. Porque cuando Yeshúa aparezca, gobernará con tal perfección que habrá una paz duradera (Zac 9:10; Is 11:6-9).
Entonces… ¿cuándo va a volver Yeshúa? ¿Y son estos eventos una señal de que Él viene ahora? Es importante saber que las Escrituras guardan silencio sobre la secuencia de eventos que conducen al comienzo del período que conocemos como «La Segunda Venida.» Como hemos dicho, el próximo evento en el calendario profético de Dios es una Paz y seguridad internacional sin precendente que anunciará destrucción para el mundo y liberación para la kehilah o la iglesia creyente nazarena-mesianista.
Una vez que la verdadera congregación de Elohím haya sido arrebatada y la dispensación conocida como la era eclesial haya concluido, es en ese momento cuando la atención de Dios volverá a Su pueblo judío elegido (creemos que esta es la posición teológica conocida como Dispensacionalismo Premilenial).
En ese día – como fue predicho por los profetas – Su atención volverá al pueblo judío (Ezequiel 39:25-29; Zacarías 1:14; Daniel 9:26), y a través del período de la Tribulación serán preservados incluso a través de grandes pruebas (Mateo 24:21-22; Apocalipsis 7:3-4). Todo esto ocurrirá incluso mientras el juicio divino se derrama sobre toda la humanidad apartada del Creador (Ap 6-19). Al final de ese período de Tribulación, es muy posible que muchos del pueblo judío y otros se vuelvan a YHVH, y con una sola voz, mirarán a Yeshúa a quien han traspasado y clamarán por Su salvación. Como nos enseña Isaías 53.
En aquel día, el pueblo judío confesará su pecado: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido».
En aquel día, buscarán en Él su expiación: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».
En aquel día, reconocerán su necesidad de Él: «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino, y el Señor cargó sobre él el pecado de todos nosotros. Fue oprimido y afligido, pero no abrió la boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que delante de sus trasquiladores calla, así no abrió la boca.»
Y en aquel día, todos serán salvados: «De la angustia de su alma verá y se saciará; por su conocimiento hará el justo, mi siervo, que muchos sean tenidos por justos, y él llevará las iniquidades de ellos.»
Romanos 11:23-32 relata cómo será ese día. Ese día, cuando el Príncipe de Paz regrese para establecer un reino de paz, la salvación llegará al pueblo judío (Ap 19:11-20:6). Pero ese día, trágicamente no es hoy. Hoy están en la condición de ceguera espiritual que los ha caracterizado desde que finalmente rechazaron a Yeshúa y Él se escondió de sus ojos (Juan 12:35-43; Is 6:10).
El resultado es que, hoy en día, la paz duradera sigue siendo una asignatura pendiente para el pueblo israelí. Mientras tanto seamos neutrales en la geopolítica de este mundo malvado y apoyemos solamente el reino del Mesías venidero con empeño.
Aunque las fuerzas armadas israelíes consigan un armisticio temporal, al haber dado la espalda a su Mesías, siguen perdidos en las tinieblas y no pueden tener paz verdadera (Jeremías 6:14). Esa paz sólo les llegará el día en que sus ojos sean desvelados y el Señor les devuelva la visión espiritual para que puedan mirar con aprecio y asombro a Aquel a quien traspasaron.
Y es este conocimiento el que nos lleva a una última pregunta:
¿Qué Debemos Pensar Al Respecto?
Estos acontecimientos son importantes:
Este conocimiento debe guiar nuestra forma de pensar y, lo que es más importante, nuestra forma de orar sobre estos acontecimientos actuales.
Cuando el Salmo 122:8 nos dice que «oremos por la paz de Jerusalén». No se refiere a la paz geopolítica. De hecho, como hemos aprendido, ¡eso es actualmente imposible! Una paz permanente y duradera no puede ser forjada en una Yerushaláyim literal sionista – o en cualquier otro lugar para el caso – hasta que Yeshúa haya regresado.
Pero, aunque la paz política permanente no se pueda tener hasta ese día, eso no significa que la paz espiritual no se pueda tener hoy. Y ese es el mensaje de nuestro Evangelio: Yeshúa es quien es nuestra paz hoy con Dios (Ef 2:14), gobernando ya en los cielos, pronto gobernará toda la tierra para que podamos tener paz verdadera y eterna (Col 3:15). Por Él, podemos descansar con nuestros corazones y mentes guardados en esa paz perfecta (Fil 4:7). Esta es una condición que sólo puede ser nuestra cuando nuestros corazones y nuestras mentes permanecen en Él (Is 26:3). Este es el Evangelio, y es la única esperanza para la paz de Jerusalén. Y esto es lo que realmente significa orar por la paz de Jerusalén.
Así es como esto debería traducirse en tu vida de oración:
· Debemos orar para que el poder divino del Espíritu Santo abra los ojos de los judíos que se han cegado ante la gloria del Evangelio y para que lleguen a ver a Yeshúa como su única esperanza y fuente de paz (Juan 3:15-16).
· Debemos orar para que los palestinos, cuyas vidas están siendo amenazadas, abandonen la falsedad satánica conocida como el Islam extremista y terrorista cargado de odio hacia Israel y se vuelvan a Mesías Yeshúa como el único Rey eterno que es digno de rendirnos en pleitesía y el único capaz de salvación (Juan 14:6).
· Debemos orar por el cese de las hostilidades para preservar la vida de los inocentes de ambos bandos, ya que seguramente se derramará sangre. Todos esos no combatientes son hombres y mujeres hechos a imagen de Dios y necesitados de la salvación de Dios (Gé 1:27).
· Deberíamos orar para que se conceda sabiduría divina a los dirigentes. Ellos necesitan desesperadamente sabiduría y habilidad para hacer justicia, amar la misericordia y restaurar la paz temporal en una región atribulada (Prov. 21:20; I Reyes 4:29; Dan. 2:21).
· Debemos orar unos por otros, para que no permitamos que nuestros corazones se turben, porque el final no está en duda. Yeshúa ya ha vencido a este mundo y éste todavía se está poniendo al día con esa realidad, ¡así que no se turbe vuestro corazón! (Jn 14:1;16:33)
· Nuestra oración debe ser una con el Apóstol Juan cuando terminó de escribir el libro de Apocalipsis: “Amén; sí, ven, Señor Yeshúa. (Ap. 22:20).
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