¿Cómo se ha conservado La Biblia hebrea intacta y refinada a través de los siglos?
Parte de la respuesta a estas preguntas, aparece en el comentario del profesor Robert Gordis: "El logro de [los] escribas hebreos denominados masoretas, es decir, 'conservadores de la tradición', no ha sido debidamente aquilatado. Estos escribas, cuyos nombres no se conocen, copiaron el Libro Sagrado con amor, interés y meticulosidad".
Aunque hasta el día de hoy se desconoce a la mayoría de estos escribas existe constancia indudable de una familia de masoretas: la de los Ben Aser.
La familia de Ben Aser
Los escribas judíos copiaron con fidelidad la porción de la Biblia en hebreo. De los siglos VI a X de nuestra era, a estos escribas fueron conocidos por el nombre
de masoretas palabra del hebreo masohráh o masóreth que significa "tradición".
El hebreo se escribió solo con letras consonantes; el lector añadía las vocales en la lectura. Sin embargo, en la época de los masoretas, la pronunciación correcta
del hebreo se iba perdiendo por eso, grupos de masoretas de Babilonia e Israel inventaron signos que, colocados junto a las consonantes, indicaban la pronunciación y la acentuación correctas de
las vocales.
Se crearon por lo menos tres sistemas, si bien el que influyó con mayor fuerza fue el de los masoretas de Tiberíades, donde vivía la familia de los Ben Aser. Hay
fuentes que mencionan a cinco generaciones, contando desde Aser, el anciano del siglo VIII E.C. Le sucedieron Nehemías ben Aser, Aser ben Nehemías, Moshé ben Aser y, por último, Aarón ben Moshé
ben Aser, del siglo X E.C. Estos hombres constituyeron la vanguardia de los que perfeccionaron los signos que reflejarían mejor lo que era la pronunciación correcta del texto hebreo de la Biblia.
A fin de crear tales signos, tuvieron que determinar la base del sistema gramatical hebreo. Nunca antes se habían consignado reglas definidas de gramática hebrea. Aarón, el último masoreta de la
estirpe de los Ben Aser, fue el primero en escribir el primer texto maestro para las obras de los gramáticos hebreos de siglos posteriores, el "Sefer Dikdukei ha-Te'amim".
Los masoretas pasaron siglos buscando el mejor método de anotación de los signos vocálicos y los diacríticos. Los progresos fueron
continuos en las generaciones sucesivas de la familia de los Ben Aser. Los manuscritos disponibles revelan los estilos y métodos de los dos últimos masoretas de esta familia: Moshé y
Aharón.
Ben Neftalí fue el coetáneo de Aarón ben Aser. El Códice de El Cairo, de Moshé ben Aser, contiene muchas lecturas que se atribuyen a Ben Neftalí. De ello se
desprende que o Ben Neftalí estudió a los pies de Moshé ben Aser, o ambos conservaron una antigua tradición común.
M. H. Goshen-Gottstein afirma que "parece correcto hablar de dos subsistemas de la familia de Ben Aser y clasificar las lecturas comparativas como Ben Aser contra Ben Aser". De modo que sería
incorrecto hablar de un solo método Ben Aser. .
La aceptación del sistema de Aarón ben Aser como fórmula final se prefirió únicamente por los elogios del erudito talmúdico cordobés del siglo XII Moshé Maimónides.
En otros asuntos los karaítas imponían muchas más restricciones que los rabinos. Por ejemplo, fíjese cómo entendían Éxodo 35:3, que dice: “No deben
ustedes encender fuego en ninguna de sus moradas el día de Shabbat”. Los karaítas no permitían que en sábado ardiera ninguna lámpara o lumbre, ni aunque se hubiese prendido con anterioridad
a la fiesta.
Especialmente después de la muerte de Anán, los guías karaítas tuvieron desacuerdos en cuanto al grado y la naturaleza de ciertas restricciones, y
su mensaje no siempre fue claro. Carecían de unidad porque no reconocían a un líder en particular, sino que daban importancia a la lectura e interpretación personal de las Escrituras, a
diferencia de lo que hacían los rabinos. Pese a ello, el movimiento karaíta alcanzó una popularidad e influencia que trascendió los límites de la comunidad judía de Babilonia y se extendió por
todo el Oriente Medio. Incluso se abrió un importante centro karaíta en Jerusalén.
Durante los siglos IX y X, los eruditos karaítas destacaron en el estudio renovado de la lengua hebrea y experimentaron algo así como su época
dorada. Consideraban sagrado el texto de las Escrituras Hebreas, pero no las tradiciones orales. Algunos karaítas llegaron a hacerse copistas meticulosos de las Escrituras Hebreas. De hecho,
esta iniciativa karaíta sirvió de acicate para el estudio masorético de las Escrituras entre todos los judíos, lo cual logró que se conservara con más exactitud el texto bíblico que ahora
poseemos.
Durante ese período de rápido crecimiento, el judaísmo karaíta se ocupó de hacer proselitismo entre los demás judíos, lo cual supuso una clara
amenaza al judaísmo rabínico. El contraataque de los rabinos consistió en una apasionada guerra dialéctica, en la que hicieron gala de una astuta flexibilidad en sus posturas y enseñanzas.
Durante el siglo que siguió a la ofensiva lanzada por Anán, el judaísmo rabínico adoptó muchos procedimientos karaítas. Los rabinos se hicieron más competentes en la cita de las Escrituras e
incorporaron el estilo y el método karaítas en su retórica.
El líder indiscutible de este combate verbal con los karaítas fue Saadia ben Yosef, que encabezó a la comunidad judía de
Babilonia en la primera mitad del siglo X E.C. Samuel Rosenblatt tradujo al inglés la obra cumbre de Saadia, el Libro de las creencias y de las opiniones, y dijo en su introducción:
“Aun cuando [...] era la máxima autoridad talmúdica de su tiempo, [Saadia] se vale de esta fuente de la tradición judía en comparativamente escasas ocasiones, al parecer porque deseaba
derrotar con sus propias armas a los karaítas, que solo consideraban vinculante la Ley Escrita”.
Con el tiempo se impuso el judaísmo rabínico, siguiendo los pasos de Saadia. Lo logró adaptándose solo lo justo para restar fuerza a los argumentos
karaítas. El golpe de gracia lo asestó Moisés Maimónides. Debido a su actitud tolerante hacia los karaítas, con quienes había vivido en Egipto, y a su convincente erudición, se ganó su admiración
y debilitó la posición de sus propios líderes.
Con el tiempo, los karaítas modificaron sus criterios y principios. Leon Nemoy, autor especializado en el movimiento karaíta, escribe: “Aunque en
teoría el Talmud seguía proscrito, se fueron introduciendo calladamente muchos preceptos talmúdicos en la Ley y las costumbres karaítas”. Los karaítas perdieron en esencia su objetivo original y
adoptaron gran parte del judaísmo rabínico.Todavía hay unos 25.000 karaítas en Israel. Puede encontrarse unos cuantos miles más en otras comunidades, mayormente en Rusia y Estados Unidos.
No obstante, tienen sus propias tradiciones orales y difieren de los primeros karaítas.
Por ejemplo: pueden observar como se ajustan perfectamente a la Toráh en aspectos tales como el uso de tefilim. Un comentarista dijo:
ART. 16.1 SE GARANTIZA LA LIBERTAD IDEOLÓGICA, RELIGIOSA Y DE CULTO DE LOS INDIVIDUOS Y LAS COMUNIDADES SIN MAS LIMITACIÓN, EN SUS MANIFESTACIONES, QUE LA NECESARIA PARA EL MANTENIMIENTO DEL ORDEN PÚBLICO PROTEGIDO POR LA LEY.
ART. 16.2 NADIE PODRÁ SER OBLIGADO A DECLARAR SOBRE SU IDEOLOGÍA, RELIGIÓN O CREENCIAS.
ART. 20.1.A SE RECONOCE Y PROTEGEN LOS DERECHOS: A EXPRESAR Y DIFUNDIR LIBREMENTE LOS PENSAMIENTOS, IDEAS Y OPINIONES MEDIANTE LA PALABRA, EL
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