01-02-2024
Se ha definido como un sistema de símbolos vocales arbitrarios mediante el cual los miembros de una sociedad se comunican e interactúan entre sí. Se trata, en pocas palabras, del más eficiente sistema de comunicación del que los seres humanos disponen, ya que es el vehículo principal mediante el que se expresa tanto el significado como el pensamiento.
Los términos hebreo y griego para “lengua” también significan “lenguaje” (Jer 5:15, nota; Hch 2:11, NTI), y el término hebreo para “labio” se usa de manera similar. (Gé 11:1, nota.)
El lenguaje hablado está intrínsecamente relacionado con la mente, pues esta se sirve de los órganos de la fonación —garganta, lengua, labios y dientes— como instrumentos de comunicación.
Las palabras son el medio principal que el hombre tiene para recibir, almacenar, manipular y transmitir información.
El origen
Cuando fue creado Adán, se le dotó con un vocabulario, así como con la capacidad de formar nuevas palabras e irlo ampliando. Sin un vocabulario dado por El Elohím, el hombre recién creado no habría estado en mejor posición que los animales irracionales para comprender las instrucciones verbales de su Creador. (Gé 1:27-30; 2:16-20; cf. II Pe 2:12; Jud 10.) Por eso, entre todas las criaturas de la Tierra solo el hombre inteligente tiene la facultad del habla, aunque él no dio origen al idioma, sino su Creador Omnisapiente, YHWH. (Cf. Éx 4:11, 12.)
El conocido lexicógrafo Ludwig Koehler escribió sobre el origen del idioma: “En tiempos pasados ha habido mucha especulación en cuanto a cómo ‘llegó a existir’ el habla humana. Hubo escritores que se esforzaron por explorar el ‘lenguaje animal’, pues los animales también pueden expresar audiblemente mediante sonidos y grupos de sonidos sus impulsos y sensaciones, como alegría, temor, emoción, amenaza, ira, deseo sexual y gratificación sexual, y muchas otras cosas. Prescindiendo de lo múltiples que sean estas expresiones [animales] [...], carecen de concepto e idea: ámbito inherente al lenguaje humano”. Después de mostrar cómo los hombres pueden explorar el aspecto fisiológico del habla humana, Koehler añade: “Pero se nos escapa qué es lo que realmente sucede en el habla, cómo enciende la chispa de la percepción el espíritu del niño, o de la humanidad en general, para llegar a ser la palabra hablada. El habla humana es un secreto; es un don divino, un milagro” (Journal of Semitic Studies, Manchester, 1956, pág. 11).
El lenguaje es muy anterior a la creación del hombre. YHWH se comunicaba con su Hijo primogénito celestial, y debió utilizarlo a él para comunicarse con sus otros hijos celestiales. Por lo tanto, a aquel Hijo primogénito se le llamó “el Verbo” o "Palabra". (Jn 1:1; Col 1:15, 16; Apo 3:14.) El sheliaj Shaúl de Tarso o Pablo hizo referencia bajo inspiración a las “lenguas de los hombres y de los ángeles”. (1Co 13:1.) YHWH habla a sus ángeles en su ‘lengua’, y ellas “llevan a cabo su palabra”. (Sal 103:20.) Puesto que YHWHy sus hijos celestiales no tienen necesidad de una atmósfera (que hace posible las ondas y vibraciones del sonido necesarias para el habla humana), el lenguaje angélico obviamente escapa a la imaginación y comprensión del hombre. Por consiguiente, para hablar a los hombres como mensajeros del Elohím, los ángeles tenían que valerse del lenguaje humano. Se han registrado mensajes angélicos en hebreo (Gé 22:15-18), arameo (Da 7:23-27) y griego (Apo 11:15), lenguas en las que se escribieron los citados textos, respectivamente.
¿Cómo se explica las muchas lenguas actuales?
Hay idiomas hablados por centenares de millones de personas; otros, por solo unos cuantos centenares. Aunque las ideas que se expresan y se comunican por este medio sean las mismas, se pueden transmitir de una infinidad de maneras. Solo la historia bíblica explica el origen de esa extraña diversidad en la comunicación humana.
Después del Diluvio Universal, toda la humanidad continuó “siendo de un solo lenguaje [literalmente, “labio”] y de un solo conjunto de palabras” durante algún tiempo. (Gé 11:1.) La Biblia indica que la lengua que más tarde se llamó hebreo fue el “un solo lenguaje” original (Lechom Kadosh). Como se mostrará más adelante, esto no significa que todos los otros idiomas se derivaron del hebreo y que estén relacionados con él, pero el hebreo precedió a todas las demás lenguas.
El relato de Génesis menciona que una parte de la familia humana postdiluviana se unió en un proyecto contrario a la voluntad divina, que se le había dado a conocer a Nóaj y a sus hijos. (Gé 9:1.) En lugar de esparcirse y ‘llenar la tierra’, se propusieron centralizar la sociedad humana, concentrándose en un lugar de la llanura de Sinar (Mesopotamia). Este también habría de convertirse en un centro religioso, con una torre para esos fines. (Gé 11:2-4.)
El Shaddai impidió que llevasen a cabo su presuntuoso proyecto, confundiendo su lengua, lo que imposibilitó que coordinaran el trabajo y los obligó a esparcirse por todas partes de la Tierra. También dificultaría el avance de la humanidad en una dirección equivocada de abierto desafío al Eterno, pues limitaría el esfuerzo conjunto, tanto intelectual como físico, en proyectos ambiciosos, y el empleo del conocimiento acumulado por los diferentes grupos lingüísticos, un conocimiento que, por otra parte, no procedía de YHWH, sino de la experiencia y la investigación humanas. (Cf con Ec 7:29; Dt 32:5.) Por lo tanto, a la vez que significaba un importante factor divisivo en la sociedad humana, la confusión del habla en realidad benefició a la humanidad, pues retrasó la realización de metas peligrosas y dañinas. (Gé 11:5-9; cf. con Isa 8:9, 10.) Solo hay que analizar las circunstancias actuales, fruto del conocimiento acumulado y el mal uso que el hombre ha hecho del mismo, para darse cuenta de lo que Dios previó que se produciría en poco tiempo de no haber frustrado el proyecto de Babel.
Normalmente, la filología, el estudio comparativo de los idiomas, clasifica a estos en diferentes “familias”. La “lengua fundamental común” de cada familia principal aún no se ha identificado; con mucha menos razón, por lo tanto, se conoce la “lengua fundamental común” de los miles de idiomas que se hablan en la actualidad. El registro bíblico no dice que todos los idiomas descendieron o se ramificaron del hebreo. En lo que comúnmente se llama “la tabla de las naciones” (Gé 10) están los descendientes de los hijos de Nóaj —Sem, Cam y Yafet—, y en cada caso están agrupados ‘según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones’. (Gé 10:5, 20, 31, 32.) Por tanto, parece ser que cuando YHWH confundió el lenguaje humano de manera milagrosa, no produjo dialectos del hebreo, sino varios idiomas completamente nuevos, con los que se podía expresar toda la gama de sentimientos y pensamientos humanos.
Por lo tanto, después que YHWH confundió su lenguaje, los edificadores de Babel carecían de “un solo conjunto de palabras” (Gé 11:1), es decir, un vocabulario común, y no tenían una misma gramática o manera común de expresar la relación entre las palabras.
El Pf. S. R. Driver escribe: “Sin embargo, las lenguas no solo difieren en gramática y raíces, sino también [...] en cómo se construyen las ideas en la oración. Las diferentes razas no piensan del mismo modo, y, en consecuencia, las formas que adopta la oración en diferentes lenguas no son las mismas”. (A Dictionary of the Bible, edición de J. Hastings, 1905, vol. 4, pág. 791.) Por consiguiente, diferentes idiomas requieren diferentes patrones de pensamiento, lo que dificulta al estudiante de otro idioma ‘pensar en ese idioma’. (Cf. con 1Co 14:10, 11.) Por esa razón, una traducción literal bien pudiera parecer ilógica y carente de sentido. En consecuencia, cuando YHWH confundió el habla en Babel, es probable que primero borrara todo recuerdo del lenguaje común anterior, y luego no solo introdujera en la mente de aquellas personas nuevos vocabularios, sino que además cambiara sus patrones o procesos de pensamiento, y así diera lugar a gramáticas nuevas. (Cf. con Isa 33:19; Eze 3:4-6.)
Lo que hablamos siempre será el reflejo verdadero de lo que llevamos por dentro. No se puede decir que sirves a YHWH cuando tus palabras maldicen la creación de sus manos. Hay un poder impresionante en cada cosa que dices, el Señor le otorgo a tu lengua un gran poder, y depende de ti mismo el buen uso que puedas darle, ciertamente esto lo vas a lograr es con la ayuda del Espíritu Santo, él te conducirá para que te expreses de la manera que agrada el corazón de tu Padre Celestial, no hablando cosas vanas o inútiles, las cuales no edifican y contaminan el alma, sino todo aquello que proviene de la sabiduría del Altísimo. Cuídate cada día de hacer comentarios que vayan en contra de los principios y mandamientos de YHWH, aparta de ti todo tipo de chisme, cizañas, calumnias y antes bien, busca la paz y procura estar en armonía con todos los que te rodean, para que así en tu interior siempre fluya lo genuino de Yeshúa ha-Mashiaj, y puedan ser gratos los dichos de tu boca. Recuerda que con tan solo hablar en el nombre de Yeshúa, todo puede ser transformado, puedes salvar a una vida si tan solo estás presto a ser dirigido por el Espíritu Santo en todo tiempo. Usa para bien, todo lo que el Eterno deposito en tu ser y sirve con amor a tu prójimo, siendo una extensión de Yeshúa en la tierra en la cual habitas. Dejate llevar por el Espíritu y oye su Voz.
Cuando estés pasando por la adversidad, date cuenta del tremendo poder de tus palabras y di: "Voy a ver las palabras que salen de mi boca". Esta es una oportunidad de morir para mí y vivir para Yeshúa.
Nuestras palabras deben demostrar el poder de la gracia divina y la vida en el Espíritu Santo en nuestras vidas. Que El Elohím nos capacite para utilizar la lengua como un instrumento de su poder y gracia salvadora.
Los versículos siguientes están sacados de la Versión Reina Valera 1960:
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!
Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.
La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.
En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
Oíd, porque hablaré cosas excelentes, Y abriré mis labios para cosas rectas.
en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra;
La boca del necio es quebrantamiento para sí, Y sus labios son lazos para su alma.
A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos; Nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?
Agravios maquina tu lengua; Como navaja afilada hace engaño.
Manantial de vida es la boca del justo; Pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
No conviene al necio la altilocuencia; ¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.
La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.
Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.
Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.
El corazón entendido busca la sabiduría; Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
ART. 16.1 SE GARANTIZA LA LIBERTAD IDEOLÓGICA, RELIGIOSA Y DE CULTO DE LOS INDIVIDUOS Y LAS COMUNIDADES SIN MAS LIMITACIÓN, EN SUS MANIFESTACIONES, QUE LA NECESARIA PARA EL MANTENIMIENTO DEL ORDEN PÚBLICO PROTEGIDO POR LA LEY.
ART. 16.2 NADIE PODRÁ SER OBLIGADO A DECLARAR SOBRE SU IDEOLOGÍA, RELIGIÓN O CREENCIAS.
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