Tema de nuestra  hermana diaconisa Angélica L.

17-05-2024-

revisión 27-10-2024

 

 El celibato no era una práctica religiosa de los primeros creyentes anzarenos. De hecho, el apóstol Pablo, que vivió en el siglo I, advirtió a los creyentes de que vendrían hombres con “expresiones inspiradas” que confundirían a la gente. Él dijo: “Prohibirán casarse” . I Tim 4:1-3.

Fue durante el siglo segundo cuando el celibato empezó a introducirse en las iglesias “cristianas” que más adelante formarían la Iglesia Católica Romana. El libro Celibacy and Religious Traditions explica que esto “coincidió con una nueva corriente de restricción sexual que surgió en el Imperio romano”.

 

Durante los siguientes siglos, tanto los concilios eclesiásticos como los llamados Padres de la Iglesia promovieron el celibato sacerdotal. Creían que las relaciones sexuales corrompían a las personas y que eran incompatibles con los deberes clericales. Aun así, como indica la Encyclopædia Britannica, “en el siglo diez todavía había muchos sacerdotes, e incluso algunos obispos, que tenían esposa”.

 

La Iglesia Católica hizo obligatorio el celibato sacerdotal en los Concilios de Letrán de 1123 y 1139, celebrados en Roma, y esa sigue siendo su postura oficial hasta el día de hoy. Con esta medida, la Iglesia conservó el poder y los ingresos que de otro modo habría perdido, ya que los clérigos casados legaban propiedades de la Iglesia a sus hijos.

 

 

Indicamos por lo tanto que el verdadero creyente nazareno de ninguna manera PROHIBE el casamiento de los hermanos y hermanas de otra manera seria como apostatar claramente de fe y nos convertiriamos en una iglesia donde el clero guarda enteramente el celibato obligatorio, como es el caso dentro de la apostata iglesia romana. La Biblia dvierte que esto sucedería en los ULTIMOS DIAS:

 

Algunos apostatarán de la fe
"Pero el Espíritu expresamente dice que EN LOS POSTREROS TIEMPOS algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, por la hipocresía de mentirosos que han sido cauterizados en su misma conciencia; QUE PROHIBEN CASARSE y mandan abstenerse de alimentos que DIOS creó para que, con acción de gracias, participen los creyentes, los que han conocido plenamente la Verdad. Porque todo lo creado por DIOS es bueno y nada es despreciable cuando se toma con acción de gracias, pues es santificado por medio de la Palabra de DIOS y la oración".  1Ti 4:1-3 BIBLIA TEXTUAL 4ª

 

Sin embargo, creemos que debemos considerar también lo que indicó Yeshúa al respecto de lo que sería más ventajoso para LOS ULTIMOS DÍAS:

Del Evangelio de Lucas. 23, 28-30 BTX4ª:

 

"Pero JESÚS, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos; porque he aquí vienen días en los cuales dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no amamantaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! y a los collados: ¡Cubridnos!".

 

 

 Paralelo a este texto tenemos también la expresión similar del Mesías en El Evangelio de Mateo que dice:

 

 

 

Con estas rotundas palabras, Yeshúa el Mesías consideró, que ante lo que sucedería en los "ultimos días" del sistema judío serían bendecidas la MUJERES QUE NO TUVIERAN HIJOS  o dieran de amamantar en aquellos días.

La situación social anormal antes de venir el fin era determinante. Hoy estamos en lel TIEMPO DEL FIN por eso, aun es más urgente que los varones y las mujeres vean la manera de no tener hijos como la opción más oportuna ante la llegada del FIN.

 

¿Qué sistema ideal tiene la Iglesia-Hogar Nazarena del Amor hoy EN LOS ULTIMOS DÍAS DEL MUNDO ?...

 

La Orden de las Vírgenes Consagradas y Varones Célibes, es una de las primeras formas de vida consagrada  en la Iglesia-hogar, cuyo origen se remonta a los inicios del cristianismo, y por el que las mujeres y varones, sin abandonar sus hogares, se entregaban a Yeshúa-Mesías en un estado de virginalidad célibe en voto.

 

Una virgen consagrada es una mujer que ha sido consagrada por la iglesia a una vida de virginidad perpetua como novia del Cristo o Mesías.

 

Tanto Las Vírgenes Consagradas como los Varones Célibes son supervisados por un guía del grupo de la iglesia-hogar nazarena.

 

Tanto Las vírgenes consagradas como los Varones Célibes dedican su tiempo a las obras de amor, a la actividad apostólica, a la oración, y son maestras de grupos apostólicos, según su estado de vida y sus dones espirituales. Una virgen consagrada o varón célibe puede vivir bajo la guía de su supervisor, al servicio de la iglesia-hogar Nazarena del Amor.

 

El rito de consagración de vírgenes para mujeres Se basa en la antigua práctica de la velatio virginum que se remonta a la era apostólica, especialmente a las primeras vírgenes mártires.

 

El velo que llevaban entonces era de color rojo refiriéndose a la sangre redentora del Mesías. En la iglesia-hogar de hoy ya no es necesario utilizar el velo si así se desea, pero si alguien lo desea llevar, no objetamos a que lo haga.

 

 

 

Consagrarse al Señor en estado de virginidad ya era una realidad en tiempos de Saúl de Tarso el apóstol Pablo, quien nos habla en una ocasión, de aquella mujer que «se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu» (1Co 7: 34).

 

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice incluso que Felipe –uno de aquellos que fueron elegidos por los apóstoles para dedicarse al servicio de las mesas- tenía 4 hijas vírgenes que profetizaban (Hch 21:8-9). No hay duda que este ideal de la virginidad consagrada fue encarnado por mujeres desde los primeros tiempos del mesianismo nazareno.

 

Las 4 hijas de Felipe ejercían frecuentemente el don de profecía que el Señor les había dado para beneficio de la comunidad. Eran ejemplos de mujeres nazarenas mesianistas y en la comunidad se las reconocía como profetisas, dando fe de que “así como la mujer procede del varón, también el varón procede de la mujer” (1ª Corintios 11:12); así que “no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo” (Gálatas 3:28).

 

No consta en el Nuevo Testamento que las hijas de Felipe escribieran sus profecías, como lo hicieron otras profetisas del Antiguo Testamento. En el caso de la anciana Ana, en el Nuevo, por las investigaciones de Lucas conocemos su profecía relativa al niño Yeshúa. Sabemos que las hijas de Felipe eran jóvenes consagradas al servicio de la Iglesia y que renunciaron a no tener hijos a fin de tener más libertad para el ejercicio de su ministerio profético. Parte de la honra que les pertenezca ha de ser atribuida a Felipe, el padre, que según Aristóteles ha de dar tres beneficios a hijos e hijas: la causa de su ser, engendrándolo; la causa de su nutrición, educándolo y la causa de su saber, enseñándolo.

 

 

En el s. II era habitual referirse en latín a la Iglesia Mesianística como Sponsa Christi, «Esposa de Cristo», y Tertuliano, que vivió en el norte de África, aplicó ese hermoso título a las vírgenes consagradas. Quién más que ellas podían encarnar con propiedad el genuino sentido que reclamaba la presencia «en misterio» de Cristo Esposo, poniéndose así en armonía con el Reino de Elohím (Cf. Mt 19:12).

 

En aquel tiempo, estas vírgenes consagradas vivían su vocación de un modo privado, sin ningún signo externo que las distinguiera de los demás. En cierto modo, esta temprana hora de la historia de la vida consagrada se puede asemejar a los inicios de todas las vocaciones de especial consagración, las que crecen tiernamente en el secreto de un trato íntimo con Quien ha salido imprevistamente a su encuentro.

 

Pero no era malo ser reconocidas y unir al Plan Divino el reconocimiento público y la confianza de la oración de toda la iglesia-hogar.

 

 

 

Hay indicios tempranos, en la Hispania a fines del s. III de la presencia de “Vírgenes Consagradas”. Y es notable conocer lo que el obispo Ambrosio, en el siglo IV, podía entrever de esta vocación. Lo sabemos porque una hermana suya fue consagrada por el obispo de Roma Liberio en la misma capital del Imperio.

 

En la obra “De virginibus”, además de desarrollar un elogio a la virginidad, el obispo de Milán da ejemplos de este estado de vida, y presenta los preceptos que deben caracterizar su conducta. Y un detalle: alude al velo que el obispo tomaba desde el altar y entregaba a las vírgenes al ser consagradas, un signo saturado de sentido, pues nos habla de la relación conyugal con Cristo (las novias se casaban –también en esa época- llevando un velo rojo) que el obispo aplicaba a las consagradas y también en la comida de comunión, de la cual toda vocación se alimenta. Qué grandeza –diría en una ocasión- cuando “a ti se te confiere el sacramento genuino de la virginidad” (“De virginibus” III, 2).

 

 

«En nosotras no es tanto el hacer sino el ser. Ser virgen para Jesucristo»

Hoy las vírgenes consagradas como “Novias de Cristo”  según el modelo de la Iglesia-hogar  a quien sirven.

 

«No olvidéis que habéis sido consagradas a Cristo y dedicadas al servicio de su cuerpo, que es la Iglesia-hogar» se constituyen en la memoria viviente del vínculo de novias para el Mesías en condición célibe.

 

La vocación de las vírgenes consagradas es una experiencia dialogal entre el Divino Amor y la libertad humana. La mujer responde con el llamado que el Señor le ha hecho con el bautismo y más adelante como novia a las causas del Señor.

 

Ella discierne en su corazón como quiere el Elohím Eterno que se configure ese sí en su corazón, para amarlo como Él desea ser amado.

 

Gracias al Espíritu, el Santo, por conducir a las Vírgenes Consagradas y a sus Varones Célibes al llamado de su Amado, Yeshúa ha Mesías.

 

Ellas y ellos son un regalo del Divino para la Iglesia Nazarena del Amor.

 

 

Es el “Espíritu el que suscita en la mujer el carisma y vocación de la virginidad” y ella responde a esta invitación.

 

Es YHVH quien las lleva a la alianza nupcial, aquella alianza que estableció con la humanidad desde el comienzo y que se realizó con la llegada de su Hijo al vientre virginal de Miryam.

 

Por la consagración virginal participan de este misterio, por un gran amor a Cristo reciben el don de “unirse a Él por un vínculo eterno, para experimentar y testimoniar en la condición virginal la fecundidad de esa unión, y anticipar de la comunión con la divinidad a la que toda la humanidad está llamada”.

 

Es dejarse amar por el Mesías, es una vida llena de sentido para entregarse solo al servicio de la Iglesia-hogar Nazarena del Amor. Servir con los carismas o dones personales que Dios puso en ellas mediante el Espíritu. Ellas son ejemplo de la imagen de la Iglesia-Hogar que ama a Mesías. y signo del futuro Reino Mesiánico. Ser exclusivamente para el Mesías es ser a la vez entregadas para amar a sus hermanos.

 

La virgen consagrada es regocijo de la iglesia-hogar, ella animada por su sí vive en la meditación y la oración. Vive para Cristo y al mismo tiempo participa del cariño y amor de los hermanos más desfavorecidos “Inmersa en el misterio de la trascendencia divina y encarnada en la historia de los pueblos”

 

Las Vírgenes Consagradas y sus hermanos los Varones Célibes  llevan LAS LÁMPARAS DEL AMOR dentro de la Iglesia como antorchas iluminadoras. Portando la Luz del Espíritu. No deben apagar la profecía y el aceite que hay en ellas, el Espíritu Santo. Están llamadas por la misericordia divina, a hacer resplandecer en su existencia el rostro de la Iglesia-hogar Cuerpo místico del Cristo. Ellas y ellos son virgen porque son custodia integra de la la fe, y hacen crecer un humanidad nueva.

 

La mujer que se siente llamada a seguir más de cerca de Yeshúa-Mesías, está comprometida con un camino de vida nazarena, un camino de fe y amor motivado por el Espíritu Santo que la mueve y le pide una respuesta activa y una actitud de docilidad para que Él actúe en ella, para que entre en ella integrándose a su cuerpo.

 

Quién está llamada por Mesías a esta vocación lo deja todo por amor a Su Mesías.

 

 

 

 

Como la novia enamorada se alegra en su novio, la virgen consagrada ha de alegrarse siempre en el Señor (Flp 4,4).

 

Ella se entrega, en ofrenda santa, todo su cuerpo y espiritu consagrados, para que su virginidad sea solo para el Señor.

 

No es bueno que la esposa esté sola, sino que el Elohím quiso que se apoyara en la ayuda de un cónyuge, semejante a ella (Gén 2,18-24); tampoco es bueno que la virgen esté sola, sino que viva siempre en la esponsal compañía de Cristo, la ayuda semejante a ella en todo, menos en el pecado, que el Padre le ha dado (Heb 2,17; 4,15).

 

¿Hay hoy un celibato austero para las hermanas vírgenes sin compañía de ningún varón? No, ya que como en el pasado, existe una figura especial del celibato que es el varón célibe.

 

En la antigüedad las  Vírgenes consagradas diaconisas  convivían con los varones peregrinos itinerantes, apóstoles y misioneros en puro amor y servicio. 

 

Cada virgen consagrada vivía con su varón célibe ministro religioso creyente, en un denominado matrimonio espiritual.

 

Volvemos a ver en el seno de la iglesia nazarena del Amor esta forma ministerial de la mujer virgen célibe y el varón célibe en una unión fraterna en compañía del Cristo el esposo de ambos.

 

 

 

La virgen ha de acostumbrarse a buscar inmediatamente en Cristo Esposo la confortación que necesita en sus penas

 

Aunque habrá veces que el mismo Señor quiera confortarle con la mediación de algún ángel (Lc 22,43): familiar, amigo o amiga, hermano o hermana espiritual en especial los célibes ministros itinerantes.

 

En fin, una buena virgen del Mesías no debe buscar sino agradar a Cristo ; y del mismo modo «el célibe se cuida de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor

 

La mujer no casada y la doncella sólo tienen que preocuparse de las cosas del Señor, de ser santa en cuerpo y en espíritu» (1Cor 7,32-34).

El celibato, como enamoramiento de Cristo, produce una gran autonomía afectiva. Las hostilidades del mundo, lo mismo que los eventuales halagos y éxitos, al corazón centrado en Cristo por la virginidad le traen sin cuidado: no se goza, ni se duele, ni espera, ni teme nada de este mundo, «con tal de gozar a Cristo» (Flp 3,8). Esto es lo absoluto, lo único necesario (Lc 10,42), y todo lo demás queda trivializado, son sólo añadidu­ras (Mt 6,33). En el amor de Cristo, para el corazón célibe, todo lo del mundo queda por un lado oscurecido y por otro iluminado.

Oscurecido. «Cuanto tuve por ventaja lo reputo daño por amor de Cristo, y aun todo lo tengo por daño, a causa del sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor todo lo sacrifiqué y lo tengo por basura, con tal de gozar a Cristo» (Flp 3,7-8).

 

Cuando sale el Sol, empalidecen las estrellas, hasta desaparecer. Esto es sabido: cuando una persona se enamora, todas las aficiones que tenía –familia, amigos, viajes, deportes, etc.–, todo queda relativizado, algunas aficiones siguen, otras se transforman, algunas desaparecen, y todas quedan completamente a merced del amor.

 

Al corazón que se enamora de Cristo, todas las cosas del mundo se le transfiguran y embellecen. Y así se abre a una indecible ternura universal. 

El celibato es una ofrenda sacrificial hecha a Dios. Hay en la virginidad renuncia, dejarlo todo, no tener, perder la vida por amor a Cristo (Lc 9,24; 18,28); y hay consagración, dedicación total a Dios.

 

 Efectivamente, el celibato es sacrificio, y por eso conviene tanto al supervisor o guía de la Iglesia-hogar nazarena. Así, viviendo con fidelidad el celibato, «el supervisor de la iglesia-hogar se une más íntimamente a la ofrenda, ponien­do sobre el altar su vida entera, que lleva las señales del holo­causto» 

 

 

 

El celibato «acrecienta la idoneidad para oír la Palabra  y para la oración» . La oración, el trato íntimo y amistoso con el Señor, hace posible el celibato. Pero a su vez el celibato es una situación privilegiada para la vida de oración (1Cor 7,33), «la virginidad se ordena al bien del alma según la vida contemplativa, que consiste en “ocuparse de las cosas de Dios”» 1Cor 7,32).

 

Es significativo que la Iglesia-hogar nazarena, en su disciplina tradicional, ha unido normalmente la obligación del culto con la profesión del celibato y la virginidad. En calidad de compañeros y colaboradores, debemos «dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hch 6,4; cf. Mc 3,14).

 

El celibato es seguimiento e imitación del Mesías. Quienes lo viven «siguen al Cordero adondequiera que vaya» (Ap 14,4), esto es, se configuran a él y a su modo de vida en todo.

 

El celibato evangélico es un camino feliz, es una felicidad con un gozo que es inexplicable y personal. Hay también en él rasgos de sacrificio y martirio. Pero, ciertamente, en las bodas del creyente con Cristo prevalece la tonalidad festiva, enamorada y gozosa. Al creyente célibe hay que felicitarle, pues le ha correspondido «la mejor parte» (Lc 10,42; cf. Sal 15,5-6).

 

Pablo lo dice muy claramente. Los casados «pasarán tribulaciones en su carne, que yo quisiera ahorraros. Yo os querría libres de cuidados. Esto [la exhortación a la virginidad] os lo digo para vuestra conveniencia, no para tenderos un lazo. Más feliz será si permanece así, conforme a mi consejo»

(I Corintios  7:28,32,35.40).

 

Pero si aclaremos que hay que ser serios y no bromear. No todas son llamadas a ser la Esposa y a dar a Luz Su Hijo.

 

 

CELIBATO MATRIMONIAL

 

El otro consejo que Pablo da es que "los que tienen esposa sean como si no la tuvieran". Esto puede parecer un poco extraño al principio, pero hay una lógica detrás de esta declaración. Pablo no les está diciendo a los esposos que abandonen a sus esposas o que traten a sus esposas de manera descortés. Lo que él está diciendo es que debemos estar enfocados en nuestra relación con Abbá, y no permitir que las cosas terrenales, COMO PUEDE SER EL SEXO, nos distraigan de nuestro propósito. En otras palabras, nuestras relaciones humanas no deben impedirnos seguir a Mesías, y si para ello uno se abstiene de RELACIONES SEXUALES POR UN PERIODO DE TIEMPO hará bien y así será un CEBIBATO DE MATRIMONIO EN EL SEÑOR DE COMUN ACUERDO.

 

Reflexiones sobre el tiempo y cómo podemos aplicarlo en nuestras vidas

 

Es fácil perder el tiempo en cosas que no nos importan. La televisión, los videojuegos, las redes sociales y otras formas de entretenimiento pueden consumir una gran cantidad de nuestro tiempo sin que nos demos cuenta. Sin embargo, debemos recordar que cada momento que perdemos no puede recuperarse. Debemos ser cuidadosos con cómo usamos nuestro tiempo y asegurarnos de usarlo sabiamente.

 

Además, debemos recordar que nuestra vida es finita. Nuestra muerte es una certeza para todos, y no sabemos cuándo llegará ese día. ¿Estamos viviendo nuestras vidas de manera que agraden a Dios? ¿Estamos utilizando nuestros talentos y habilidades para servir a los demás? ¿Estamos amando a nuestros vecinos como a nosotros mismos? Estas son preguntas importantes que debemos considerar al evaluar cómo estamos utilizando nuestro tiempo.

 

¿Cómo puede ayudarnos este versículo en nuestra vida cotidiana?

 

Este verso puede recordarnos la importancia de priorizar nuestras relaciones con Abbá sobre nuestras relaciones terrenales. También nos recuerda que debemos ser muy cuidadosos con el uso que hacemos de nuestro tiempo, y asegurarnos de no malgastarlo en cosas que no nos importan. Finalmente, puede ser una llamada a la acción para vivir cada día como si fuera el último, aprovechando cada momento que se nos presente para hacer el bien y servir a los demás.

 

Reflexión Corta: 1 Corintios 7:29 - Tiempo de Amar

 

A veces, en la rutina diaria, olvidamos lo precioso que es cada momento. 1 Corintios 7:29 nos recuerda que el tiempo es corto, y eso nos invita a abrir nuestros corazones y a vivir con intensidad. Amar, soñar y servir a los demás no solo son acciones, son regalos que podemos dar en este viaje fugaz llamado vida. Así que hoy, abracemos cada instante y hagámoslo contar. Entregar tu amor significa extenderte a los demás mientras sigues manteniendo TU CELIBATO para el SEÑOR.

 

 

PRERROGATIVAS PARA SER CÉLIBES DURANTE EL TIEMPO DEL FIN

 

Ya sabemos que en el siglo I Cada virgen consagrada vivía con su varón célibe, durante aquel tiempo los apóstoles entendían que el fin era inminente como asi sucedión en el año 70 d.C. con el asesio y la quema del Tempo en Yerushaláyim. En los tiempos de hoy denominados "ULTIMOS DIAS" son muy similares a los días de Noé.

 

Quizás te interesa saber que en el "Libro de Yaser" contiene una descripción en el v. 12 del cap V sobre lo que pensaba Noé sobre el mantenerse célibe, allí dice:

 

"Noé, hijo de Lamec, se abstuvo de tomar esposa en aquellos días, para no engendrar hijos, pués dijo: "Ciertamente ahora Dios destruirá la tierra, ¿porqué entonces voy a engendrar hijos?""

 

Este parecer de Noé sucedió en el periodo marcado de 120 años (tiempo del fin) antes del Diluvio.

Después, al aproximarse el día que caería el Diluvio, si ya se le mandó tomar mujer y tener hijos. Este punto de vista de Noé es muy significativo hoy en día para nosotros.

No sabemos cuanto queda del período marcado por YHWH antes de venir el fín, pero si sabemos que no es prudente tener ahora en los momentos finales hijos o hijas, sino más bien ser CELIBES NAZARENOS Y NAZARENAS PARA EL SEÑOR.

Contribuido

 

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