El cautiverio de Yehudah en Babilonia marca uno de los momentos más importantes en la historia bíblica. Este exilio formó parte del juicio divino contra Su pueblo en el tiempo del Antiguo Pacto. ¿Cuánto tiempo duró y por qué es tan importante para nosotros hoy?

Este evento es importante porque testifica de la soberanía y fidelidad del Señor. La Palabra de YHVH se cumplió para juicio de unos y misericordia de otros. YHVH prometió maldición para enjuiciar el pecado y prometió bendición para tener misericordia de quien Él quiso tener misericordia (Ro. 9:15-16). De hecho, no quedó impune el pecado de las naciones que dañaron a Israel. YHVH usó a Babilonia como instrumento de juicio contra Asiria y Egipto, y usó a Ciro como instrumento de juicio contra Babilonia y de restauración para Israel.

Este evento es importante porque marca un hito en la historia de la redención. Israel pasó de ser una nación teocrática a un reino espiritual disperso y unido por la fe.

Durante esos 70 años ya no había templo, no había sacrificios expiatorios, no había sacerdotes. Cada judío debía ser fiel al Señor y guardar la fe en medio de una sociedad secular divorciada de las leyes ceremoniales y espirituales de Israel. De ahí surgieron las sinagogas, las cuales eran lugares de reunión donde los creyentes judíos leían la Torah de Mosheh, meditaban, oraban, cantaban al Señor, y clamaban por justicia (Sal. 137).

    Durante el exilio vemos un prototipo de la iglesia-hogar nazarena invisible y dispersa, que al mismo tiempo está unida por una fe común en el Mesías, Yeshúa-Mesías (Ef. 2:18; 4:4-6).

   El Eterno está al control de los tiempos y actúa soberanamente como Él quiere, cuando Él quiere, con quien Él quiere, porque Él reina.

    Este evento es importante porque el exilio es una figura que describe al creyente como un extranjero y peregrino. La orden de YHVH a Su pueblo cautivo en Babilonia fue edificar casas y vivir en ellas, plantar huertos y comer de su fruto, tomar mujeres y hacer familia, y buscar el bienestar y la paz de la ciudad donde estaban desterrados (Jer. 29:4-7). De ahí podemos derivar que nuestro llamado como creyentes en la Babilonia en donde nos toca vivir es integrarnos en la cultura sin capitular ante ella (Jn. 17:15; 1 P. 2:11), conforme a la vocación de cada uno. YHVH nos llama a ser sal y luz en medio de un mundo babilónico (Mt. 5:13-16).

    Por último, este evento es importante porque nos recuerda que los reinos del mundo son de YHVH. Los reinos de este mundo ascienden y desaparecen. Así pasó con Asiria, Egipto, Babilonia, Media-Persa, Grecia, y Roma, Gran Bretaña. Todos ellos fueron imperios poderosos que dejaron de ser, pero la Palabra de YHVH permanece para siempre.

     Nuestro corazón desfallece y se preocupa cuando vemos la agenda anticristiana de los gobiernos gentiles. Sin embargo, la historia del exilio babilónico es una evidencia de que YHVH tiene control y actúa soberanamente como Él quiere, cuando Él quiere, con quien Él quiere, porque Él reina (Sal. 93:1; Ap.19:16).

    El Eterno movió los reinos de este mundo para favorecer el restablecimiento de los judíos en su tierra después de los 70 años en Babilonia. De igual manera, el Señor prometió y cumplirá que “el reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo. El reinará por los siglos de los siglos” (Ap. 11:15).

       No temamos y sigamos mostrándonos amor intenso los unos para con los otros, animándonos y avisándonos en el Espíritu mientras cumplimos con los mandamientos divinos. (Heb. 10:21; Gé 1:28)