ARMAGEDÓN. Esta palabra se encuentra deletreada de diversas maneras en los diferentes manuscritos griegos en el pasaje de Apocalipsis 16:16. Han surgido varias teorías, que a continuación se mencionan, para describir este nombre (nombre que no se encuentra en ningún otro lugar de la literatura griega o hebrea).

1.      Se refiere a “Montaña de Meguiddó” (montaña en hebreo har) (ver Jos. 12:21; Jue. 1:27; 2 Cr. 35:22), una ciudad al norte ubicada en la localización de la tribu de Menasheh, construida en una colina.

2.      Se refiere a “la ciudad de Meguiddó”, siendo el problema que esta no es la manera exacta en que se deletrea el nombre de esa ciudad.

3.      Es una traducción de la frase “el Monte de la Asamblea de tropas”, que se encuentra en Isaías 14:13, lo cual tendría referencia a la mayor montana de Elohím la cual Satán ataca.

4.      Se refiere a toda la Tierra Prometida (ver “las montañas de Israel”, mencionado en Ezequiel 38:8,20,21; 39:2,4,17)

5.      Se refiere a “la montaña fructífera” lo cual simbolizaría a Yerushaláim (ver Yoel. 2:32; 3:11-18; Zac. 12; 13), la localización de estas batallas del final de los tiempos entre el bien y el mal (ver la profecía de Yoel)

6.      La raíz significa de “meguiddó” lo cual podría ser “cortar” o “atacar” (BDB 151), siendo entonces una referencia a “la montaña destructora” de Jeremías 51:25, un símbolo de la destrucción de Roma y la localización de estas batallas del fin de los tiempos entre el bien y el mal, entre los creyentes y los inconversos, entre Mesías y el Antimesías.

El Apóstol Juan en Apocalipsis 16:16 ha escogido una ciudad que era bien conocida y ha cambiado ligeramente su deletreo (ver a Metztger en Textual Commentary, pág. 755). Esto es similar a su nueva lista de las 12 tribus de Israel en Ap. 7:5-8, para así mostrar la naturaleza simbólica del pasaje bíblico. Esta interpretación simbólica se aprecia más aun en uso de la frase “en hebreo”, lo cual indica que es simbolismo, como en Apocalipsis 9:11.

Es verdad que Meguiddó estaba situada en al SE. del monte Carmelo, y desde allí se dominaba la llanura de Esdrelón (Jezreel) y se controlaban las importantes rutas comerciales y militares que iban de N. a S. y de E. a O. Dicha planicie de Esdrelón fue el lugar de muchas de las batallas de las páginas de las Escrituras Hebraico-arameas. Josué fue el primero que conquistó esta ciudad cananea. (Jos 12:7, 8, 21.) Tiempo después, se destruyó cerca de allí al ejército de Jabín bajo el mando de Sísara, debido a que YHVH utilizó las fuerzas naturales para apoyar al ejército israelita que mandaba Barac. Las Escrituras dicen: “Barac bajó del monte Tabor con 10.000 hombres tras él. Y YHVH empezó a poner en confusión a Sísara y todos sus carros y todo el campamento cayó a espada delante de Barac. Por fin Sísara se bajó del carro y huyó a pie. Y Barac corrió tras los carros de guerra y el campamento hasta Jaróset de los gentiles, de modo que todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ninguno”. (Jueces 4:14-16. Ver también Jueces 5:19-21; 2 R 9:27; 23:29-30; 2 Crónicas 35:22; Zacarías 12:11).

 

La invasión proveniente de la ruta Norte de los poderes mesopotámicos se había convertido ya en un símbolo cultural para describir a la maldad (cf. Isaías 14:31; Jeremías 1:13-14; 4:6; 10:22; 46:20-24; 47:2-7; 50:3,9,41; 51:48; Ez. 38:6,15; 39:2).

 

 

En el relato de Apocalipsis se dice que se reúne a las fuerzas combinadas de los reyes de la tierra “en el lugar [gr. tópos] que en hebreo se llama Har–Mageddón”. (Apocalipsis 16:16.) En la Biblia, tópos puede referirse a una ubicación literal (Mt 14:13, 15, 35), a una ocasión u “oportunidad” que se tiene (Hechos 25:16), o a una condición o situación figurativa. (Ap 12:6, 14.) En vista del contexto, el “lugar” al que están marchando los poderes combinados de la tierra tiene ese último sentido.

La “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har–Magedón no es un acontecimiento del pasado. En el libro de Apocalipsis se presenta como algo que aún estaba en el futuro con respecto a cuando Juan tuvo la visión. Allí se indica que a los reyes se les reúne en Har–Magedón como resultado del derramamiento del 6º de los 7 copones que contienen las “últimas” plagas que harán que termine la Ira divina. (Ap15:1; 16:1, 12.) Además, la advertencia de que Yeshúa ha-Mashiaj viene como ladrón, intercalada entre los versículos 14 y 16 del capítulo 16 de Apocalipsis, indica que la guerra de Armagedón está relacionada estrechamente con la venida del Mesías.

En el contexto se destaca la universalidad de la guerra, pues se identifica a los oponentes de YHVH como “los reyes de toda la tierra habitada”, a quienes movilizan las “inspiraciones demoniacas”. (Ap16:14.)

 

Juan dice más adelante: “Y vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército”. (Ap19:19.) En este capítulo se llama “Fiel y Verdadero” y “La Palabra de Elohím” al caudillo de los ejércitos celestiales que está sentado sobre un caballo blanco. (Ap19:11-13.) Por lo tanto, Yeshúa el Mesías, la Palabra, es quien actúa como el general de los ejércitos celestiales de YHVH. (Jn 1:1; Ap 3:14.) Una prueba adicional de que el Mesías o Cristo dirige a las fuerzas celestiales es la declaración de que las fuerzas de la oscuridad “combatirán contra el Cordero [Jn 1:29], pero, porque es Señor de señores y Rey de reyes, el Cordero los vencerá. También, los llamados y escogidos y fieles que con él están lo harán”. (Ap 17:13, 14.)

 

Como la visión del capítulo 19 de Apocalipsis muestra que en esta guerra solo participan ejércitos celestiales para apoyar a Jesucristo, la Palabra de YHVH, se deduce que ninguno de los creyentes sobre la Tierra tendrá nada que ver con la lucha. Esta idea está en armonía con las palabras de Yeshúa en Mateo 26:52, según las cuales sus discípulos no recurren a las armas de guerra físicas. (Compárese con Éx 14:13, 14; 2Cr 20:15, 17, 22, 23; Sl 2:4-9.) Las “aves que vuelan en medio del cielo” se comerán los cuerpos de los que hayan sido “muertos con la espada larga”. (Ap 19:11-21.)

 

Según los textos del Apocalipsis, parece ser que Armagedón no es una mera lucha humana, sino una guerra en la que participan los ejércitos invisibles de YHVH (ejércitos de la luz) y las fuerzas de la oscuridad diabólica terrestres y extraterrestres. Su venida es segura, y tendrá lugar en el tiempo determinado por YHVH, quien “está haciendo conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra”. (Daniel 4:35; cf. Mt 24:36.)

Armagedón marca el fin del mundo, el cual se define como la destrucción de los malvados. Pero prepara el camino para iniciar el reinado milenario Mesiánico y la era de paz que se prolongará por mil años y más. La humanidad entrará en un período destacado por la rectitud, la salud, la educación, la prosperidad y la seguridad. (cf. Isaías 65:17-25; Zacarías 14:9, 16-20.)

 

Es de esperar que cuando la batalla está en su apogeo, Cristo, el Rey de Reyes, aparecerá en el Monte de los Olivos acompañado de fenómenos celestiales. Posteriormente, los ejércitos de los que habla Juan serán destruidos, seguido por ese reino milenial del Mesías Yeshúa (véase Zacarías 11-14) Si recordamos por Hechos 1:11,12 el mensaje angélico sobre el 2º regreso del Mesías sería visible de nuevo en el huerto de los olivos frente a Yerushaláim, esto confirmaría que como representante de YHVH pondría sus pies sobre el Monte d ellos Olivos que indicaba la profecía de Zacarías.

 

Otros rasgos que caracterizan este tiempo son los detalles que da la Escritura, veamos:

 

Y vi a la bestia, a los ojos de la tierra y sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Apocalipsis 19:19

 

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Ap 20,11

 

Es decir, la batalla triunfal del Mesías, es el advenimiento del mal llamado día del fin del. La Palabra de YHVH toma parte en el combate derrotando a todos sus enemigos, las fuerzas antimesiánicas o del Anticristo a quien Cristo aniquilará con el esplendor de su venida:

Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; 2 Tesalonicenses 2:8.

 

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